Trascender el cuerpo

Así empezó la historia de este escrito. En el contexto del despertar de la conciencia como el propósito interno de todos los seres humanos. Por eso presté más atención a la relación que tengo con mi cuerpo, el de otras personas y cómo esto ha condicionado todo o casi todo a lo largo de mi vida. Vivimos en una especie de obsesión hacia el cuerpo que parece broma cuando alguien te dice que lo trasciendas para alcanzar la iluminación o esos niveles espirituales de los que hablan los monjes tibetanos.

Por ejemplo, muchísima gente le dedica a su cuerpo horas y horas de ejercicio, usa fortunas en cirugías, tratamientos de belleza, maquillaje, dietas, moda, nutricionistas, hospitales o médicos… Alargan su existencia aunque sea sin calidad de vida… Criticamos, juzgamos y agredimos a las personas por su cuerpo (por decirlo amablemente) dándole tanta importancia al color, tamaño, forma o textura del cuerpo que ha sido y es motivo de guerras, persecuciones y la aniquilación o esclavitud de pueblos enteros… Por desear o querer controlar el cuerpo de otra persona (mujeres la mayoría de las veces) se han desatado todo tipo abusos, desde bromas pesadas, celos, acoso, divorcios, incestos, derecho de pernada, mutilaciones, feminicidios y hasta violaciones sistemáticas como botín de guerra… El cuerpo es el protagonista principal del “bullying”, origen de tantos traumas y desequilibrios… Anorexia, bulimia, gula, automutilación… Miss Universo, Míster Universo, Miss Bikini Fitness… Las Olimpiadas y el culto al cuerpo más alto, fuerte y rápido… Nos empezamos a enamorar de las personas por sus cuerpos… El sexo y el erotismo como la herramienta publicitaria por excelencia… El cuerpo como medio de placer por alguna adicción… La prostitución, la trata de personas y la pornografía están dentro de las 10 industrias más poderosas del mundo debido a su alta demanda… ¿Me siguen?

Le dedicamos tanta atención que ya es enfermiza la cosa. Maslow, en su famosa pirámide pone al cuerpo en el primer escalón y todo lo que tiene que ver con su bienestar como primer requisito para subir los niveles y llegar hasta la punta que, según él, sería la autorrealización. Pero como que no pasamos de ahí o al menos no completamente, es un ascenso disfuncional en el que partes de nosotros siguen atoradas en la fisiología. No digo que sea fácil, nuestro cuerpo nos permite experimentar sensaciones de placer y dolor extremo pasando por muchos puntos intermedios. La mayoría del tiempo buscamos lo primero y evitamos lo segundo, tratando de extender lo más más posible lo placentero y reducir al mínimo lo doloroso. En eso se nos puede ir la vida y entonces, ¿cómo trasciendo mi cuerpo?

Con esa pregunta en mente hago una pausa y te presento mis reflexiones al respecto, necesarias primero para mí y espero que también para alguien que tengas estas mismas inquietudes, pero no creas que te diré algo nuevo sobre nuestro cuerpo o la trascendencia espiritual, lo que quiero es entender por qué, a pesar de que lo sabemos, no logramos trascenderlo y seguimos atrapados en él. Aunque el proceso de reflexión continúa, por el momento me ha ayudado a darle claridad y sentido a muchas cosas, espero que a ti también y lo hago con todo el respeto para aquellas personas que viven situaciones especiales o dolorosas o disfuncionales con sus cuerpos, sobre todo aquellas por causas ajenas o externas. Espero ayudarles a ellas también.

Mi cuerpo es un regalo temporal y circunstancial.
No lo pedí ni elegí, me lo regalaron. No sirve de nada quejarme o vanagloriarme de él, lo puedo sufrir o gozar y eso no cambia que es mío y de nadie más. Tampoco lo tengo que regresar, al final cuando muera, será inservible para mi. En el plano terrenal es el mejor regalo que pude recibir porque es la señal inequívoca de que estoy vivo. Desde una visión metafísica, mi cuerpo lo habita mi alma que a su vez está unida (o trata de estarlo) a un espíritu superior que busca conectarse con la Tierra en esta dimensión que estamos viviendo. Entonces, mi cuerpo es sólo el medio, la herramienta o el canal a través del cual esto sucede; no me lo tomo personal ni demasiado en serio si creo que tengo un cuerpo de tal o cual manera porque lo importante, lo valioso es el fin no el medio. Acepto, abrazo y agradezco mi cuerpo.

Mi cuerpo es autónomo y omnisciente.
Prácticamente se maneja solo, lo único que tengo que hacer es alimentarlo, hidratarlo, mantenerlo activo, no dañarlo, darle descanso y mantenerlo limpio. Con esto él solito hace todo lo demás porque tiene la capacidad y la inteligencia para autorregularse y mantener una condición interna estable, lograr esa homeóstasis que dicen los sanadores. Es una máquina perfecta, compleja y hermosa, pero tiene límites claro, a pesar de su resistencia, si no lo cuido puede empezar a fallar. Mi cuerpo lo sabe todo también. Podré decirte que como bien y hago ejercicio, pero si me ves pasadito de peso o con problemas del colon es obvio que no. Si me ves con ojeras y desganado seguramente no duermo bien o a mis horas, lo podré resolver con una pastilla o un café bien cargado, pero al único al que no podré engañar es a mi cuerpo y tarde o temprano me cobrará todas las omisiones o errores que cometí. Tarea: estudiar más sobre la cronobiología y la ecosofía.

Mi cuerpo es un vehículo que se degrada y muere.
Como un traje especial y sofisticado que necesito para vivir en este planeta y en esta dimensión. Tiene funciones extraordinarias de las que no tengo idea, no viene con instructivo, pero tampoco es tan difícil ayudarle a que funcione correctamente porque está lleno de señales, me avisa cuando necesita alimentarse o hidratarse, el sueño significa descanso, el dolor o la fiebre de que algo no anda bien y así muchas más. Como todo vehículo, tiene alcances y límites, mientras nos mantengamos en ese rango no habrá mayores problemas, o sea, no abuso porque se puede romper. Podría decir que mi cuerpo tiene básicamente dos períodos, el primero, durante el cual crece, madura, se expande, y el segundo, en el que se invierte el proceso y empieza a contraerse, marchitarse y degradarse. Puedo alargar su estado óptimo si lo cuido, aunque conforme envejece va perdiendo fuerza hasta que se apaga y muere. Es irremediable e irreversible, lo más que puedo hacer es que esa degradación sea menos dolorosa, ayudarme a bien morir, darme tiempo para despedirme, agradecer y creer que la muerte es el fin de un viaje, pero el inicio de otro. Quiero vivir hasta que mi cuerpo quiera.

Mi cuerpo no soy yo.
Porque “yo” es mi alma que está conectada al gran espíritu o fuente de energía. Mi cuerpo no define quién o qué soy y si dejo que esto suceda entonces es mi ego quien tiene el mando. No importa la forma, el color, la textura, la fuerza o el tamaño de mi cuerpo porque son circunstanciales y pasajeras, no les dedico mucha atención, con mantenerlo sano lo demás es lo de menos. Cultivo el alma no el cuerpo porque mi cuerpo no soy yo ¿Y qué soy entonces?, Hafiz (el gran poeta sufí) decía: "Soy un agujero en una flauta por el que se mueve el aliento del Cristo. Escucha esta música".

Mi cuerpo me libera o me esclaviza.
Pienso que mi cuerpo debe vivir para mí y no al revés. Yo decido si es un medio de libertad o de esclavitud. Si no me controlo lo puedo convertir en mi opresor por un exceso o falta de atención. Quizá sea por vanidad, inseguridad, gula, tristeza, dolor, enfermedad, ego, mal uso, descuido o adicciones, pero sin duda que podría convertirse en mi cárcel. También sé que podría hacer o lograr con mi cuerpo lo que desee, sólo necesito entrenarlo y podría ser un excelente pianista o campeón de ajedrez o un maravilloso bailarín de salsa. Puedo lograr cosas increíbles, con tiempo, práctica y perseverancia, mi cuerpo tiene ese potencial, la cuestión es si quiero hacerlo, pero ese ya es otro tema. Cuando alineo mi cuerpo, mi mente y mi alma pueden pasar cosas extraordinarias, pero, si no están sincronizadas a mi propósito interno y al de la Madre Tierra sé que serán intrascendentes e incluso dañinas.

¿Mi alma tiene identidad de género?
Si cierro los ojos y trato de percibir a las personas por su alma olvidando sus cuerpos ¿qué veo?, ¿cómo son? Me imagino seres llenos de energía, a veces ligera y amorosa y otras densa y violenta pasando por los intermedios. No veo hombres o mujeres u homosexuales, quiero superar eso porque es circunstancial y no define sus almas. Tal vez, en otras vidas y en otras dimensiones mi alma estuvo en muchos tipos de cuerpos y soy el cúmulo de esas experiencias. Hoy tengo este cuerpo, pero si quiero trascenderlo tengo que empezar ver con los ojos del alma, a mí mismo y a los demás.

No soy yo es mi ego.
Matías Di Stefano dice que mi alma eligió a mi madre y a mi padre antes de nacer según los pendientes que tengo por resolver de vidas anteriores y lo mismo pasa con nuestros hijos, o sea, nos eligieron con el mismo motivo. Según sea el caso, esta posibilidad puede gustarte o no, pero al menos a mí me tiene reflexionando desde que la leí porque es una idea de ida y vuelta en un ciclo sin fin generacional sin víctimas o culpables, simplemente almas en proceso de aprendizaje y sanación. Probablemente mi cuerpo sea parte de ese proceso y transcenderlo sea uno de los retos. Si soy guapo o feo, flaco o gordo, blanco o negro, alto o chaparro, pelón o greñudo, enfermo o sano, completo o incompleto, no es más que un distractor puesto ahí a propósito para ponerme a prueba, para medir mi capacidad de controlar mi ego, estar presente y trascender.


Hasta aquí llego por el momento. Les confieso que después de escribir esto trato de ver a las personas de otra manera, ya no me fijo tanto en su apariencia y quiero entenderlas o percibirlas más profundamente. No es fácil, hay mucha estimulación (negativa o positiva) y todos, la mayoría del tiempo, usamos nuestro cuerpo para guardar o mostrar nuestra alma. A manera de conclusión, tomo prestada una maravillosa frase del filósofo Pierre Teilhard de Chardin que sintetiza mucho de lo que acabas de leer, y como siempre pasa con estas frases poderosas, abre la puerta para más preguntas y más plática:

"No somos seres humanos que tienen una experiencia espiritual; somos seres espirituales que tienen una experiencia humana”.



Gus Reyes Asid
10 de noviembre de 2021
Mérida, Yucatán