No necesitas un diseñador

Tampoco un contador o una abogada o un plomero o una arquitecta o un médico, lo que tú necesitas es alguien que resuelva tu problema, tanto, que incluso estás dispuesto a pagar por ello porque parte del problema es que no sabes cómo resolverlo o al menos no de la manera en que te exigen resolverlo. Tal vez requieres presentar tu declaración fiscal en tiempo y forma para que no te multen o demanden o embarguen o encarcelen o quizá es una fuga de agua en el baño que no te deja dormir y ya te costó mucho dinero. Si supieras cómo hacerlo seguramente lo harías tú mismo, suponiendo que tienes el tiempo, las herramientas y el gusto, aunque igual y no porque prefieres delegarlo y dedicarte a otras cosas más divertidas, estratégicas o rentables para ti.

La situación es obvia mientras la consecuencia de no resolver el problema sea más grave, en otras palabras, la complejidad del problema es directamente proporcional al daño causado por no solucionarlo y con base en esto le das prioridad a un tema u otro; mientras más dolorosa sea la posible consecuencia más rápido se atenderá el problema. Es fácil de entender si está en juego tu dinero, tu libertad, tu salud, tu familia o tu patrimonio y por eso los contadores, los financieros, los abogados, los mecánicos o los médicos siempre están saturados de trabajo, y claro, mientras mejores sean para resolver problemas más altos serán sus honorarios que tú no debatirás porque la omisión es más cara o dolorosa.

¿Pero qué pasa con todas esas situaciones no tan graves o que puedes posponer o medio atender porque no ponen en riesgo algo tan vital o importante u obligatorio como lo anterior?, dicho de otra manera, descendiendo en la escala del “problemómetro” le vas bajando a tus exigencias y urgencias al mismo tiempo que a tu disponibilidad de pago.

Se va poniendo interesante la cosa porque, mientras la medición o cuantificación del daño de un problema no resuelto se va diluyendo, nuestro interés en atenderlo también. Por eso nadie quiere complicaciones con el SAT, el IMSS, la Secretaría del Trabajo o Protección Civil, ni tampoco quieres que tu coche te dejé tirada en un día lleno de compromisos o seguir sufriendo ese dolor de muela. En estos ejemplos, el daño o el dolor se pueden medir y documentar perfectamente.

¿A qué viene todo esto?, bueno, antes de ser empresario soy diseñador, he trabajado casi siempre para pymes desde hace muchos años y me han contratado principalmente para diseño de marcas, libros y revistas digitales o programas completos de “branding” (construcción de marca) y me ha tocado ver la evolución de mi profesión y su relación con el mercado durante los últimos 30 años. Por otro lado, como empresario no concibo una pyme sin diseño o mejor aún, con buen diseño; sin embargo, el diseño podría considerarse una parte prescindible de la empresa según lo que veo a mi alrededor. Supongo que es algo lógico porque no son de conocimiento público las consecuencias de un mal diseño, o no se considera un problema lo suficientemente costoso o doloroso como para atenderse rápida y efectivamente por un profesional en la materia. Podría ser también que no se conoce el valor del buen diseño y menos aún el costo de uno malo o ausente.

Afortunadamente hay varias organizaciones que se han dedicado a medir esto y podría empezar afirmando que una pyme tiene muy poco que perder, pero muchísimo que ganar si integrara el diseño a su modelo de negocio. Siendo honesto, una empresa no fracasará si su logo es azul en vez de rojo o si tiene una marca horrenda e incongruente o si su presentación de venta es un “power point” saturado e incomprensible o si su sitio web es confuso y lento, hay infinidad de ejemplos de pymes que llevan mucho tiempo en el mercado aún con escaso diseño o de muy bajo nivel. La pregunta en este momento sería: ¿cómo les iría con buen diseño?

Lo primero es estar convencidos de que el diseño deficiente o ausente es un problema y para esto les voy a presentar números que lo cuantifican, dejaremos las percepciones y entraremos de lleno a la realidad dura de las cifras que estoy seguro les cambiará su visión y les hará revisar todo lo que no están atendiendo y que están dejando de ganar. Una vez aceptado y definido el problema será más fácil encontrar la solución.

Los números están basados en varios estudios realizados por el Design Management Institute (EUA) y el Design Council (Reino Unido), en los cuales se encontró que, las empresas donde el diseño es parte integral de sus operaciones:
• Aumentaron sus ventas 211%.
• Más de las tres cuartas partes han aumentado su competitividad y facturación.
• Menos de la mitad compiten principalmente por el precio, en comparación con dos tercios de las que no utilizan el diseño.
• Las acciones superan a los índices bursátiles clave en un 200%.
• Tienen el doble de probabilidades de desarrollar nuevos productos y servicios, de hecho, el 80% ya lo han hecho.
• Aumentan su participación de mercado en un 6,3%.

De igual manera:
• 77% de la gente trabaja más productivamente en oficinas bien diseñadas.
• 70% de las personas ven que las escuelas bien diseñadas mejoran la educación de los niños.
• El 50% de las personas piensan que el diseño de hospitales hace una gran diferencia para la rápida recuperación de los pacientes.
• El 66% de la población considera que la apariencia de las calles disminuye la criminalidad.
• El 72% de los propietarios de casas bien diseñadas opinan que esto aumentó el valor de su propiedad.

Ahora bien, tampoco es que esto se deba sólo al diseño, estas empresas incluyeron otras disciplinas en su operación para lograrlo, como la planeación estratégica, la economía circular, la innovación, los sistemas y, sobre todo, tienen muy clara su promesa, su propósito, sus valores y sus objetivos. El diseño forma parte de un modelo integral que distingue e impulsa a la empresa y que termina reflejándose en los resultados.

Entonces, tú no necesitas un diseñador sino alguien que te ayude a vender el doble de lo que vendes hoy y a aumentar tu competitividad sin que tengas que hacerlo sólo por el precio, alguien que te guíe para crear nuevos productos y mejorar la vida de tus clientes o usuarios a través de entornos, herramientas y experiencias más productivas, sustentables, seguras, efectivas y valiosas. Puede ser uno, una o un equipo de diseñadores los que pueden resolver tu problema, pero ponte exigente, acepta sólo a aquellos que te escuchan primero y entienden tu problema claramente, esos que hablan tu mismo idioma de empresario y saben lo que significa el retorno de la inversión, trabaja sólo con alguien confiable, puntual, honesto, responsable y con excelente actitud, además claro de capacitado y experimentado, y si tienes dudas revisa su portafolio o carpeta de proyectos anteriores. El rigor que aplicas para elegir a tu contador debe ser el mismo para tu diseñador-a, el SAT no vendrá a buscarte si tu marca no funciona, pero si podrías estar perdiendo muchas ventas por eso.

Otro mito es que el diseño es caro, pero creo ya vimos que sale más caro no tenerlo porque no es tanto lo que pierdes sino lo que dejas de ganar. Pero vamos a hacer un ejercicio para desmentir este mito. Supongamos que necesitas un catálogo digital de productos porque estás en medio de una reestructuración de tu empresa y te urge mejorar tus ventas con herramientas más agiles y efectivas, además, requieres que este catálogo sea congruente con tu promesa, tus valores y tus objetivos, en otras palabras, necesitas una herramienta comercial para mejorar la experiencia de compra y la comunicación con tus clientes o prospectos. Supongamos que la inversión para diseñar este catálogo digital y sus actualizaciones sea de 20 mil pesos y que su vigencia sea de 1 año, con esto ya podrías calcular que el costo semanal sería de $385.00 (20,000 entre 52 semanas). Ahora los resultados, supón que tus ventas actuales semanales son de 30 mil pesos y que con las nuevas medidas que estás tomando (entre ellas el catálogo) esperas un incremento del 50%; al final del año revisas y ves que no llegaste a la meta, pero lograste aumentar 35% tu facturación, es decir, $10,500.00 pesos adicionales a la semanal, de los cuales el 30% fueron para costear la reestructuración de tu empresa, o sea $3,000.00 y de éstos, sólo $385.00 fueron para el catálogo. Como dicen por ahí: “si quieres más fuego necesitas ponerle más leña”. Este ejercicio lo podemos aplicar al producto de diseño que quieras, por ejemplo, tu marca. Si un-a buen-a diseñador-a te está cotizando $20,000.00 por desarrollar tu identidad corporativa y te suena a mucho, divide la inversión en 10 años, que es la mínima que tendría (podría ser más). Serían $2,000.00 al año, $167.00 mensuales ó $38.50 a la semana…, ¿te parece mucho por una marca de primer nivel alienada a tu objetivo estratégico y que te podría ayudar a duplicar tus ventas?

Vale la pena invertir en diseño…, y en innovación y en capacitación y en planeación y en estrategia y en sistemas y en todo lo que haga que tu empresa crezca o mejore, pero para eso necesitas rodearte de verdaderos “resolvedores” de problemas. Yo sé, la cuestión es juntar el dinero para hacer la inversión, normalmente no lo contemplamos en nuestro plan financiero, pero ahora ya lo sabes y nunca es tarde para empezar.

Para cerrar, dos preguntas…
La primera para ti: ¿en qué empresa te tienes que convertir para que todos quieran ser tus clientes?
La segunda para mis colegas diseñadores: ¿cómo puedo convertirme en el diseñador-a que todo mundo quiera contratar?