De puñetazos, hamburguesas y golazos
Esta idea surgió en uno de esos momentos mañaneros somnolientos que ya les platiqué, una radical y liberadora que asaltó mi mente de pronto: “yo puedo ser lo que yo quiera, a pesar de mis talentos y por el puro gusto de serlo”. Parecía simple, obvia, hasta cliché, pero la jiribilla estuvo en: “a pesar de mis talentos”, y para desmenuzarla menciono las tres historias que rondaban por mi cabeza esos días.
“El talento no existe”.
La frase no es mía sino del campeón de artes marciales mixtas de origen irlandés Conor McGregor y la menciona dentro de la siguiente cita: “No hay talento aquí, esto es trabajo duro. Esto es una obsesión. El talento no existe, todos los humanos somos iguales. Puedes ser quien quieras ser siempre y cuando le inviertas el tiempo necesario. Llegarás a la cima, eso es todo. No soy talentoso, soy obsesivo”.
“La persistencia y la determinación son omnipotentes”.
Esta es del señor Ray Kroc, creador de la franquicia McDonald’s: “Nada en este mundo puede sustituir a la perseverancia. El talento no lo hará: nada es más común que los hombres fracasados con talento. El genio no lo hará: el genio sin recompensa es algo tan frecuente. La educación no lo hará: el mundo está lleno de tontos con educación. La perseverancia y la determinación son omnipotentes”.
“Messi es un perro”.
El título de un artículo escrito por Hernán Casciari del que tomo fragmentos: “Se lo ve como en trance, hipnotizado; solamente desea la pelota dentro del arco contrario, no le importa el deporte ni el resultado ni la legislación. Hay que mirarle bien los ojos para comprender esto: los pone estrábicos, como si le costara leer un subtítulo; enfoca el balón y no lo pierde de vista ni, aunque lo apuñalen. ¿Dónde había visto yo esa mirada antes? ¿En quién? Me resultaba conocido ese gesto de introspección desmedida. Dejé el video en pausa. Hice zoom en sus ojos. Y entonces lo recordé: eran los ojos de Totín, mi perro, cuando perdía la razón por su esponja naranja”.
Varias sensaciones me llegaron cuando apareció esta idea en mi mente. La primera fue alivio, me sentí liberado; luego vino el reto, porque me dejó sin pretextos, mi destino está en mis manos, lo único que necesito es trabajo y tiempo. Si, ya sé, yo mismo durante años he sido promotor del talento y la vocación como medios para la realización personal, pero está claro que el talento no basta e incluso a veces estorba. ¿Por qué?, porque simplemente no te gusta. ¿Y entonces dónde queda el talento?
Según la Real Academia de la Lengua Española, “talento” significa “capacidad para el desempeño de algo”, de esta manera, todos somos talentosos porque todos tenemos las mismas capacidades (punto para McGregor y luego hablamos de las llamadas “capacidades diferentes”). Quizá el problema de los talentos es que nos limitan y nos etiquetan muy pronto en la vida, y cuando vamos descubriendo nuestros gustos nos sentimos mal, como si nos traicionáramos. Lo ideal sería tomarle el gusto a algo que hacemos bien desde pequeños, como Messi. Poniéndome académico en términos de Planeación estratégica a esto se le llama “la misión”, según el E-Myth es “la promesa” y el objetivo es contestar preguntas tan simples como ¿qué haces?, ¿por qué?, ¿para quién?, ¿con qué?, pero lo curioso es que la única respuesta válida y honesta sería: “porque me gusta”. Del gusto nacen los sueños, de éstos la perseverancia, de ésta la obsesión y conforme pasa el tiempo te das cuenta que puedes ser o campeón del mundo o llevar tu empresa a todo el país o ganar toneladas de dinero o ayudar a miles de personas…, y todo empezó con un simple gusto ¿o fue por necesidad?
Esta pregunta viene al caso porque, por ejemplo, McGregor aprendió a pelear para defenderse de los “bullies” que no dejaban de burlarse de su físico (era chaparrito y flacucho), Kroc se apoderó y expandió MacDonald’s como un poseído porque a sus 52 años no se sentía exitoso y aborrecía la idea de jubilarse y tirar la toalla, y Messi era un pibe de 13 años muy hábil con el balón pero que por menudito requería un tratamiento especial de crecimiento que sólo el Barcelona aceptó pagárselo. Cada uno, en algún punto de su vida se encontró haciendo algo que les gustaba y para lo que eran muy buenos, las razones que los llevaron hasta ahí, ahorita las vemos con claridad, pero en su momento, todo era incertidumbre, miedo, coraje, ilusión, esperanza, enojo y, sobretodo, trabajo, mucho trabajo. Todos podemos ser lo que queramos, pero no todos estamos dispuestos a pagar el precio, y aquí es donde la perseverancia obsesiva hace a un lado al talento y nos podemos convertir en personajes legendarios. Como me decía mi profe de carpintería de la secundaria cuando le preguntaba hasta cuándo lijaba mi madera, “hasta que huela a ajo”. En serio, todos tenemos 24 horas al día, la diferencia está en cómo usamos ese tiempo, unos lo usan para desarrollar sus capacidades y otros para ver series en la televisión.
La tercera sensación que esa idea mañanera me provocó fue agradecimiento. En su momento no supe la razón, pero hoy sí y aquí me pongo un poco místico porque esto va más allá de nuestra comprensión, pero es vital explicarte el concepto. Mi tesis parte de que nadie sabe en realidad qué hacemos aquí, de dónde venimos y hacia dónde vamos, hay muchas teorías al respecto, pero son sólo eso; el punto es que ya estamos aquí y sin pedirlo, hemos recibido cuatro maravillosos regalos: la vida, un cuerpo, el pensamiento y el sentimiento, y lo menos que podemos hacer es sentirnos agradecidos por ello. Estoy completamente seguro que los personajes ya mencionados y muchos otros no tan famosos que me rodean, al despertar, lo primero que hacen es agradecer otro día más para hacer lo que les gusta y poner toda su energía en ello, esa es su manera de demostrar gratitud al autor (o autora) de tan valiosos obsequios.
Entonces, perseverancia, trabajo, obsesión, diversión y agradecimiento…, es una mezcla muy peculiar porque combina ingredientes aparentemente contradictorios, por un lado, tenemos la irreverencia del aventurero rebelde que cree firmemente en sí mismo y en la construcción de su propio destino y por otro, la serenidad del que se sabe infinitamente pequeño y fugaz en la inmensidad del universo y el tiempo, o sea, hay que divertirse y echarle ganas todo el tiempo porque en cualquier momento se acaba la fiesta.
Puedo ser lo que yo quiera, y como mi espíritu emprendedor no descansa, quiero que mi gusto sea también muy rentable para que me dé, además de mucha felicidad, libertad financiera, como a McGregor repartiendo puñetazos, a Kroc vendiendo hamburguesas y a Messi metiendo golazos…, no suena mal.
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“El talento no existe”.
La frase no es mía sino del campeón de artes marciales mixtas de origen irlandés Conor McGregor y la menciona dentro de la siguiente cita: “No hay talento aquí, esto es trabajo duro. Esto es una obsesión. El talento no existe, todos los humanos somos iguales. Puedes ser quien quieras ser siempre y cuando le inviertas el tiempo necesario. Llegarás a la cima, eso es todo. No soy talentoso, soy obsesivo”.
“La persistencia y la determinación son omnipotentes”.
Esta es del señor Ray Kroc, creador de la franquicia McDonald’s: “Nada en este mundo puede sustituir a la perseverancia. El talento no lo hará: nada es más común que los hombres fracasados con talento. El genio no lo hará: el genio sin recompensa es algo tan frecuente. La educación no lo hará: el mundo está lleno de tontos con educación. La perseverancia y la determinación son omnipotentes”.
“Messi es un perro”.
El título de un artículo escrito por Hernán Casciari del que tomo fragmentos: “Se lo ve como en trance, hipnotizado; solamente desea la pelota dentro del arco contrario, no le importa el deporte ni el resultado ni la legislación. Hay que mirarle bien los ojos para comprender esto: los pone estrábicos, como si le costara leer un subtítulo; enfoca el balón y no lo pierde de vista ni, aunque lo apuñalen. ¿Dónde había visto yo esa mirada antes? ¿En quién? Me resultaba conocido ese gesto de introspección desmedida. Dejé el video en pausa. Hice zoom en sus ojos. Y entonces lo recordé: eran los ojos de Totín, mi perro, cuando perdía la razón por su esponja naranja”.
Varias sensaciones me llegaron cuando apareció esta idea en mi mente. La primera fue alivio, me sentí liberado; luego vino el reto, porque me dejó sin pretextos, mi destino está en mis manos, lo único que necesito es trabajo y tiempo. Si, ya sé, yo mismo durante años he sido promotor del talento y la vocación como medios para la realización personal, pero está claro que el talento no basta e incluso a veces estorba. ¿Por qué?, porque simplemente no te gusta. ¿Y entonces dónde queda el talento?
Según la Real Academia de la Lengua Española, “talento” significa “capacidad para el desempeño de algo”, de esta manera, todos somos talentosos porque todos tenemos las mismas capacidades (punto para McGregor y luego hablamos de las llamadas “capacidades diferentes”). Quizá el problema de los talentos es que nos limitan y nos etiquetan muy pronto en la vida, y cuando vamos descubriendo nuestros gustos nos sentimos mal, como si nos traicionáramos. Lo ideal sería tomarle el gusto a algo que hacemos bien desde pequeños, como Messi. Poniéndome académico en términos de Planeación estratégica a esto se le llama “la misión”, según el E-Myth es “la promesa” y el objetivo es contestar preguntas tan simples como ¿qué haces?, ¿por qué?, ¿para quién?, ¿con qué?, pero lo curioso es que la única respuesta válida y honesta sería: “porque me gusta”. Del gusto nacen los sueños, de éstos la perseverancia, de ésta la obsesión y conforme pasa el tiempo te das cuenta que puedes ser o campeón del mundo o llevar tu empresa a todo el país o ganar toneladas de dinero o ayudar a miles de personas…, y todo empezó con un simple gusto ¿o fue por necesidad?
Esta pregunta viene al caso porque, por ejemplo, McGregor aprendió a pelear para defenderse de los “bullies” que no dejaban de burlarse de su físico (era chaparrito y flacucho), Kroc se apoderó y expandió MacDonald’s como un poseído porque a sus 52 años no se sentía exitoso y aborrecía la idea de jubilarse y tirar la toalla, y Messi era un pibe de 13 años muy hábil con el balón pero que por menudito requería un tratamiento especial de crecimiento que sólo el Barcelona aceptó pagárselo. Cada uno, en algún punto de su vida se encontró haciendo algo que les gustaba y para lo que eran muy buenos, las razones que los llevaron hasta ahí, ahorita las vemos con claridad, pero en su momento, todo era incertidumbre, miedo, coraje, ilusión, esperanza, enojo y, sobretodo, trabajo, mucho trabajo. Todos podemos ser lo que queramos, pero no todos estamos dispuestos a pagar el precio, y aquí es donde la perseverancia obsesiva hace a un lado al talento y nos podemos convertir en personajes legendarios. Como me decía mi profe de carpintería de la secundaria cuando le preguntaba hasta cuándo lijaba mi madera, “hasta que huela a ajo”. En serio, todos tenemos 24 horas al día, la diferencia está en cómo usamos ese tiempo, unos lo usan para desarrollar sus capacidades y otros para ver series en la televisión.
La tercera sensación que esa idea mañanera me provocó fue agradecimiento. En su momento no supe la razón, pero hoy sí y aquí me pongo un poco místico porque esto va más allá de nuestra comprensión, pero es vital explicarte el concepto. Mi tesis parte de que nadie sabe en realidad qué hacemos aquí, de dónde venimos y hacia dónde vamos, hay muchas teorías al respecto, pero son sólo eso; el punto es que ya estamos aquí y sin pedirlo, hemos recibido cuatro maravillosos regalos: la vida, un cuerpo, el pensamiento y el sentimiento, y lo menos que podemos hacer es sentirnos agradecidos por ello. Estoy completamente seguro que los personajes ya mencionados y muchos otros no tan famosos que me rodean, al despertar, lo primero que hacen es agradecer otro día más para hacer lo que les gusta y poner toda su energía en ello, esa es su manera de demostrar gratitud al autor (o autora) de tan valiosos obsequios.
Entonces, perseverancia, trabajo, obsesión, diversión y agradecimiento…, es una mezcla muy peculiar porque combina ingredientes aparentemente contradictorios, por un lado, tenemos la irreverencia del aventurero rebelde que cree firmemente en sí mismo y en la construcción de su propio destino y por otro, la serenidad del que se sabe infinitamente pequeño y fugaz en la inmensidad del universo y el tiempo, o sea, hay que divertirse y echarle ganas todo el tiempo porque en cualquier momento se acaba la fiesta.
Puedo ser lo que yo quiera, y como mi espíritu emprendedor no descansa, quiero que mi gusto sea también muy rentable para que me dé, además de mucha felicidad, libertad financiera, como a McGregor repartiendo puñetazos, a Kroc vendiendo hamburguesas y a Messi metiendo golazos…, no suena mal.
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